Crónica del Salón: Jueves
Después de tantos años de Salón, por fin puedo ir un jueves. Nada más salir del metro me encuentro con esta imagen...
Ojo, porque tal y como indica la flecha del cartel la entrada no está aquí, sino que hay que avanzar un buen trozo y subir por la siguiente calle para, esta vez sí, encontrar la entrada.
Comienzo mi visita al Salón dando una vuelta por las exposiciones. La primera que visito es la dedicada a Horacio Altuna...
No, no me he equivocado. No son los lavabos, sino que es ésta la ambientación que han elegido para la exposición. Es llamativa, sí... pero me hace preguntarme lo mismo de cada año: ¿en vez de gastarse el dinero en tanta decoración, no podrían bajar el precio de la entrada? (aunque tengo que reconocer que este año, si vas acompañado, tampoco sale caro... 3 €).
Realmente se han currado hasta las pintadas. Alguna, como ésta, son impagables...
Y para acabar de ambientarlo, ¿qué mejor que un borracho echando las papas? Tranquilos, que es sólo un maniquí...
Al final la sensación es que tanta ambientación sólo sirve para distraer y que te pasas más tiempo mirando el continente que el contenido. Como cada año, vamos...
A continuación voy a la exposición dedicada a Manel Fontdevila, a quien seguramente conoceréis sobre todo por su trabajo en La Parejita para la revista El Jueves.
Mal rollo: nada más entrar nos encontramos con este aula, lo cuál trae recuerdos de otra época...
A continuación entro en el salón de La Parejita, con su sofá y su televisión y todo. Aquí ya me siento bastante mejor. Podría decir que me siento como en casa.
De momento dejo las exposiciones (ya tendré tiempo para visitar el resto) y me dirijo a los stands. El primero que visito es el de Planeta, el cuál por cierto es muy diferente al de otros años. No sólo porque lo presida una gran imagen de Superman (algo a lo que todavía no me he acabado de acostumbrar), sino porque en esta ocasión es muy parecido a una tienda, ya que tiene una entrada, un amplio espacio interior en el que se encuentran los cómics y una salida con las cajas registradoras.
Por si os lo estábais preguntando... Sí, este año también hay gente disfrazada en el stand de Planeta.
Después de dar una vuelta rápida por el recinto, me uno a la cola de gente que está esperando para obtener una firma de alguno de los artistas invitados este año. Al ser jueves pensaba que iba a tener pocos problemas para obtener alguna firma... ¡cómo me equivocaba! Fue una tarea agotadora, con lo cuál no me quiero imaginar cómo será obtener un autógrafo hoy o mañana sábado...
Resulta que este año, una hora antes de que comiencen las firmas, se reparten 35 números. En principio parece un buen método: haces cola, consigues tu número (o no) y después con ese número haces la cola para obtener la firma... El problema aparece cuando comienza el reparto de números. La cola que hemos hecho durante una hora (alguna gente durante más tiempo) no vale para nada, ya que acaba amontonándose la gente sobre la persona que reparte los números y aquello se convierte en un aluvión de manos en busca de un número. Patético.
El segundo problema es que ese número tampoco sirve para casi nada... ¡sólo para tener derecho a ponerte en la cola! Es decir, que tener el número 1 no garantiza que seas el primero en obtener la firma, con lo cuál es más importante ser de los primeros en la segunda cola que en la primera.
Al final, tras cerca de dos horas de cola entre una cosa y otra, consigo que Sean Phillips me haga un bonito sketch de Batman.
A continuación paso a la cola de J.G.Jones... y tras esperar, esperar y esperar se echa la hora encima y Jones se tiene que ir para dejar paso al resto de dibujantes. Y digo yo: si este año el Salón se hace en un espacio más amplio, ¿por qué narices el espacio dedicado a los autores es tan pequeño?
Ya no hay más dibujos, pero consigo que me firme el Wonder Woman: Hiketeia. Durante la breve conversación que mantenemos (que básicamente consiste en un monólogo por mi parte quejándome de cómo se ha organizado el tema de las firmas) se muestra muy simpático.
Pero quien ya estuvo que se salió fue Adam Hughes, quien se ganó mi admiración eterna quedándose después de que el Salón cerrara las puertas para que ninguno de sus fans que habíamos conseguido número nos quedáramos sin dibujo. Un profesional como la copa de un pino.